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LIBRO : CADA CABEZA ES UN MUNDO

POR  JAIME TORRES TORRES

 

LIBRO :  LA HISTORIA DEL CANTANTE HECTOR LAVOE

POR  JOSE A PEREZ

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                                                                             SEMBLANZA de HECTOR LAVOE

                                                                          El Hombre, El Artista Y Su Vida

 

Por: "Mr. Salsa" Izzy Sanabria • (C) Copyright 1992

En una cultura tan diversa como la nuestra, es natural que surjan una variedad de genuinos héroes populares, y dada la importancia de los latinos en el panorama mundial de la música, no es sorpresa alguna que muchos de nuestros héroes estén asociados con la música. Un ejemplo perfecto de un héroe latino en la música, es nada menos que el hijo favorito de Ponce, Héctor Lavoe.

Mundialmente conocido como “El Cantante,” en el campo de la música muchos le denominan “El Bad Boy (nene malo) de la Salsa”, pero todos lo reconocen como el Legendario Héctor Lavoe. Sin duda alguna, él es uno de las super-estrellas más populares de la Salsa. Muchos, incluyendo Jerry Masucci (presidente de Fania), lo consideran el más notable cantante puertorriqueño de nuestros tiempos. Esto no sorprende, puesto que desde los seis años en adelante, pasó la mayoría de su primeros años de juventud escuchando la radio y estudiando las voces de cantantes como Chuito el de Bayamón, Odilio Gonzalez y Daniel Santos.

Lavoe comenzó a cantar imitando a estos cantantes puertorriqueños. Su personificación favorita y la más famosa era la de Daniel Santos. Tan buena era, que con frecuencia la hacía en el escenario sólo para ver a la gente volverse loca buscando a Daniel. Estos cantantes y más tarde Cheo Feliciano, Ismael Rivera e Ismael Quintana fueron las mayores influencias que ayudaron a forjar su carrera y estilo de cantante.

En una tierra donde hay casi tantos cantantes como gente, el estilo único de Lavoe es una sorprendente excepción (especialmente siendo de Ponce, conocida como la ciudad de los cantantes). En la época pre-Lavoe los cantantes puertorriqueños podían considerarse divididos en pequeños sub-grupos musicales bien definidos. Teníamos muy conservadores estilistas jíbaros como Ramito, Chuito, y Odilio Gonzalez, los románticos como Felipe Rodriguez, y salseros como Cheo Feliciano e Ismael Rivera. Surge entonces Héctor Lavoe y estos grupitos tan definidos se derrumban de manera desordenada. ¿Exactamente cómo se puede clasificar un cantante cuyo repertorio incluye de todo, desde salsa y merengues hasta rancheras, baladas y música jíbara pura puertorriqueña? Para todavía más desestabilizar por completo el ámbito musical del momento, la popularidad sin precedentes de Lavoe atraviesa todas las barreras de nacionalidad, edad y nivel económico, habiendo convertido el nombre de Lavoe en promotores. Aunque seguros de que atraería a un numeroso público, también temía una palabra más que familiar en buena parte de la América Latina.

Un aspecto único y diferente del talento de Lavoe (y por el cual se le reconoce más) es el tono puramente cristalino de su voz. Ese tono, junto con su distintiva y precisa pronunciación, permite que cuando canta, quienquiera que lo escuche entienda perfectamente cada una de las palabras en la letra de la canción.

Otro talento único es su increíble don de improvisación. Aunque no conocido como compositor, su espóntanea e ingeniosa creatividad le añaden profundidad a cualquiera canción que interpreta. Hector es mejor cuando sus improvisaciones estan compitiendo con las de los soneros más famosos y aclamados. En muchas ocasiones he visto a Lavoe sobrepasar a esos soneros en canto y actuación, completamente dejando atrás a los mejores de ellos. Yo podría describir a Lavoe como un poeta musical instantáneo. Ciertamente el es, sino el mejor, uno de los mejores soneros que he tenido el placer de escuchar.

Aunque Lavoe sabe como entretener y manejar una audiencia, está lejos de ser un artista sofisticado. Ha llegado a la máxima cima puramente por el poder de sus talentos. El no deslumbra ni con lujosa coreografía, ni con efectos especiales. Hector es simplemente “El Cantante.”

Si bien sus problemás relacionados con el uso de drogas han empañado su imagen, el verdadero Hector Lavoe es una persona mucho más profunda que la propaganda que se le dá, o las imágenes negativas que lo rodean parecen implicar. A pesar de todas las alabanzas y su categoría de super- estrella, nunca ha exhibido esos excesivos aires de arrogancia que muchos artistas de mucho menos talento (o popularidad) parecen adoptar. Ya sea que esté actuando, o conversando de tú a tú con uno, Lavoe siempre ha sido una persona normal y sencilla. (Irónicamente, estas mismas virtudes han sido factores contribuyentes en sus inseguridades y problemas; lo cierto es que nunca se ha dado a sí mismo demasiada importancia).

La personalidad de Lavoe está salpicada de un toque de orgullo, humildad, y habilidad humorística para reírse de sí mismo. En pocas palabras, posee todo lo que es admirable en el jíbaro puertorriqueño. Como dice él, “Yo soy un jibarito.”

Lavoe ha retenido el encanto inocente y los modales corteses de la gente de la isla. A pesar de todos estos años en Nueva York, no intercala en su vocabulario los “bro” y “yo” (supuestamente lenguaje moderno) que usan muchos latinos. Por el contrario, su estilo es modesto y sin pretensiones.

Como cualquiera otra persona, Lavoe tiene sus inseguridades y defectos. Desafortunamente, parecen estar en proporción con su grandeza. Héctor ha vivido toda su vida tirado en diferentes direcciones por fuerzas de igual poder. Una fuerza le ha dado el estímulo para perseguir y lograr el éxito. La otra le ha producido su conducta negativa y autodestructiva (probablemente una consecuencia de su origen humilde combinado con una serie de tragedias personales que ha sufrido durante su vida).

Aunque sus defectos le han costado tremendamente tanto en su vida personal como en su carrera, no han causado que disminuya la popularidad de Lavoe entre sus aficionados. Dondequiera que anuncian su presentación, la gente acude en masa a verlo. Sin embargo, la reputación que adquirió por sus tardanzas y por no poder depender de él, realmente asustó a algunos que no se presentara. De hecho, hubo un período en su carrera, cuando Lavoe dependía completamente de otros para que se encargaran de casi todos los aspectos de su vida. Eran ellos quienes lo llevaban a la cama. lo despertaban, lo vestían y literalmente lo arrastraban al trabajo.

Pero Héctor siempre ha sido un hombre de sorpresas. Por ejemplo en l980, lo contraté para dos actuaciones en clubes. Para la primera llegó una hora tarde y simplemente dijo, “A la gente le gusta cuando llego tarde. Lo esperan de mí.” Pero un mes más tarde llegó temprano: 45 minutos antes que llegaran sus músicos.

En otra ocasión, hizo una aparición sorpresa en la fiesta del séptimo aniversario de nuestra revista Latin N.Y. Para el deleite de la concurrencia, se unió a Yomo Toro en el escenario y se apoderó del espectáculo. Pasó de fantásticas improvisaciones de canto jíbaro a boleros y salsa movida. Se me acercó entonces y con una expresión pícara y astuta me dijo: “Ni siquiera me llamaste. Seguramente pensaste que no aparecería. Te prometí que venía a estar contigo y con Yomo, y aquí estoy. Cumplí mi palabra.”

Irónicamente, son los mismos defectos de Lavoe los que le han granjeado el cariño de sus fanáticos. Los hombres desean tener su voz y la adoración de tantas mujeres. Es literalmente su héroe y lo animan a seguir para adelante. Las mujeres desean acariciarlo y cuidar de todas sus necesidades. Aquellas que han sostenido relaciones personales con él, han todas sentido que iban a significar una diferencia en la vida de él. Y ésto no aplica sólo a las mujeres, sino también a los agentes y administradores de su carrera que veían en él un objeto de valor, un artista con un gran potencial de hacer mucho dinero.

En el período de l975 a l983, nosotros en Latin N.Y. entrevistamos a Héctor en muchas ocasiones. Sus francas y sencillas respuestas, no sólo fueron divertidas sino interesantes, proveyéndonos una visión para mejor poder entender a este hombre simple y al mismo tiempo complejo.

Como colega artista y al mismo tiempo aficionado, he desarrollado una afinidad muy especial por este hombre actualmente de buen corazón y carácter. Un hombre de mucha alegría pero al mismo tiempo atormentado y autodestructivo, y a quien yo he tenido el honor de llamarlo, mi amigo.

Yo, como muchos de sus aficionados, siempre seguiré recordando y amando a ese Cantante de los Cantantes, a ese Sonero de los Soneros, a ese jibarito puertorriqueño, Hector Lavoe!